Los incómodos

Voy caminando y siento como los ven, veo personas secreteando,  parece que los demás no tienen, ¿es acaso que no los ven por la mañana, cuándo se despiertan, cuándo se quitan la camisa? sé que todos los tenemos, pero para nosotras no está admitido descubrirlos o verlos marcados bajo nuestras blusas.

Con o sin brasier, no importa si es en nuestra vida diaria o en redes sociales, casi siempre los critican o nos obligan a ocultarlos, no hay espacios seguros para ir sin sostén, para nosotras lo normal es mostrar el tamaño de nuestros senos, pero censurar una parte de ellos, porque es impropio, provocativo e incita a faltarnos el respeto.

Inclusive, resulta difícil reconocernos, nos cuesta trabajo distinguir si son “normales”, nos han censurado tanto que en ocasiones no es sencillo diferenciar un bulto extraño dentro de ellas, platicar entre nosotras sobre estos temas resulta penoso o abochornante.

Y sí, a veces podemos decidir salir sin brasier, no nos importa si se ven lisos o sobresalen, solo por el gusto de ir cómodas, pero pasa un onvre en bicicleta, en carro o caminando  y no importa que vaya a chocar, es más, podría provocarse una tortícolis, pero no importa, le es suficiente saciar su sed de acoso y morbo.

Porque eso hacen, morbosearnos, acosarnos, vulnerar nuestros espacios, no importa si es en la calle o en nuestras redes sociales, podemos ir como nos venga en gana, pero si no es para su consumo, nuestros cuerpos incomodan, son obscenos, impúdicos, y, en redes sociales «incumplen las normas comunitarias»; bien sabemos que no solo es la vestimenta, ese mal de acosarnos (no solo con la mirada) persiste ante cualquier situación.

El brasier fue creado con el fin de darnos comodidad (Mary Phelps Jacob, 1914), con el paso del tiempo se convirtió en un dolor que se va cuando llegamos a casa y nos lo quitamos; para algunas es necesario su uso, para otras es todo lo contrario, en ocasiones podemos usarlo solo como algo estético que se ve bien.

La decisión de usar o no brasier, debería ser nuestra, no de la “moralidad” de la sociedad que pesa sobre nosotras, no de los estándares sobre cómo deberían verse nuestros senos, o qué parte de ellos sí mostrar y cuál no; de las cosas que más incomodan es que si no es por decisión del patriarcado, no es correcto, es obsceno.

Deja un comentario