Piropo sinónimo de acoso verbal y más

Escrito por Jaqueline Viedma

El otro día leía un artículo sobre los piropos, claro, escrito por un hombre, donde enaltecía este tipo de acoso verbal callejero, desde el argumento que cosifica a la mujer, desde esa perspectiva nublada donde indica que solo por el hecho de ser mujer merecemos ser piropeadas, de lo contrario podríamos estar en la edad de ya no merecerlo.

Buscando un poco más de información sobre este tipo de acoso verbal, me encontré con que posiblemente el uso del piropo comenzó en el siglo XVII y se remonta a la historia española, o sea, en América fue arraigado por herencia colonial; debido al impuesto papel limitativo de las mujeres en la producción de conocimiento a lo largo de la historia, no hay una perspectiva antigua de la mujer ante esta situación.

Históricamente, las mujeres hemos tenido que cambiar comportamientos, vestimenta, pensamientos, actitudes, por el simple hecho de sonar incitadoras; la calle, bien sabemos, no ha sido el mejor lugar para nosotras, no importa si la ropa nos cubre de pies a cabeza, la objetivización de nuestros cuerpos persiste.

El piropear en vía pública está tan normalizado que si nos quejamos podríamos ser señaladas como exageradas, sensibles, histéricas, y las típicas frases “como no es guapo por eso te ofende” “ni que estuvieras tan buena” “todavía que te estoy halagando”.

¿Por qué el piropo  no debe verse como un halago?

Porque nuestros cuerpos no están a disponibilidad de quien quiera arrojar un comentario en la vía pública, vestidas de la forma que sea, no deberíamos ser la razón de que un hombre tome a bien acosar, hostigar y violentar.

Porque muchas veces el piropo no solo son palabras, va acompañado de miradas lascivas, hostigamiento, persecución, tocamientos, susurros, todas estas acciones no halagan, nos intimidan y rompen con la seguridad que sentimos al salir de casa.

Un día leí un comentario que decía más o menos así “vi a mis compañeros parados en la puerta de la oficina, platicando sobre una mujer que uno de ellos había visto camino al trabajo, escuché que no le hizo ningún comentario porque las mujeres ahora nos ofendemos por todo”.

Recuerdo que cuando leí eso me vinieron varios pensamientos a la mente, o sea, ¿no debería ofendernos?¿no es ofensivo?¿deberíamos agradecer el acoso?¿Somos nosotras y no ellos?

Mientras nosotras caminamos temerosas, dedicamos tiempo a pensar en la ropa que usaremos si vamos solas por la calle, mandamos ubicación, mantenemos contacto frecuente con nuestra persona de confianza por cualquier percance en el camino; ellos están ahí esperando el momento de vernos como presas fáciles, no solo de sus piropos, sino de muchas otras atrocidades.

El piropo no debe ser minimizado, es el inicio de una violencia que puede terminar en feminicidio.

NOTA
El artículo 13 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y el artículo 259 Bis del Código Penal Federal hacen referencia a este tipo de acoso.

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